domingo, 15 de enero de 2012

Editorial de Navidad de El Nuevo Iguazú

Días atrás, mientras deslumbrada, cerca de las 22:00 horas, miraba el cielo teñirse de distintos colores al compás de la música, me contagió la sensación de alegría, cariño, emoción y orgullo iguazuense que se vivió en la Costanera Eduardo Arrabal en la Fiesta de fin de año que realiza el Dutty Free Shop donde este año, además de exponer 15 minutos de fuegos artificiales, trajo a Diego Torres para conmemorar los 10 años que cumple la empresa en nuestra localidad.

Al conocer este dato, inevitablemente me transporte 10 años atrás. Y mi pregunta fue ¿Dónde estaba? ¿Que sensación tuve este día a esta hora hace 10 años? El 20 de diciembre estaba viajando a Mendoza, me habían dado vacaciones obligatorias en el canal local porque no había cómo sostener una programación sin presupuesto. La situación era caótica en la Argentina, la sensación era de mucha tristeza, desilusión, estábamos desbastados, habíamos tocado fondo, un presidente que renunciaba y se escapaba con un helicóptero de la Casa Rosada, gente con hambre, cacerolazo, protesta, enojo, muerte.

Me acuerdo que justo a las diez de la noche, hace 10 años, el colectivo donde viajaba se encontró con un piquete en plena ruta santafesina donde la gente abría los camiones que transportaban alimentos, se los repartía entre los manifestantes y dejaban seguir. Frente nuestro, un camión que llevaba carne vacuna fue abordado, nunca voy a olvidar esa sensación , la que me provocó ver a mi gente, desgarrar los pedazos de vacas a la fuerza, con cualquier elemento contundente que se encontraba a mano, desesperadamente, con hambre.

Durante estos años aprendí que es mejor callar cuando alguien cuenta sus penas. Que decir o aconsejar no suma, que a veces se necesita ser escuchado. Aprendí que no tengo que hablar de lo que no sé o no entiendo porque seguramente alguien si sabe y si entiende para poder hablar.

Aprendí que es difícil encontrar un equilibrio entre lo que se siente y se piensa. Que es
muy fácil criticar pero muy difícil construir. Aprendí que es más fácil destruir, lastimar, desmoronar que progresar, amar y ser feliz. Aprendí que hay más obstáculos que caminos, que cada vez que se presenta un obstáculo es más fácil, para algunos, cambiar el camino que cruzarlo.

Aprendí que con una mirada, un silencio se dicen muchas cosas más que con palabras sofisticadas e incomprensibles. Que lo simple llena el alma y las metas cumplidas son un paso más. Que la amistad se da poco. Que un amigo no es el que está todo los días, sino aquel que está cuando lo necesitas. El que te brinda una mano cuando todos te la quitan. Que es fácil estar cuando festejamos pero no cualquiera está cuando lloramos.

Aprendí a respetar lo que no me gusta, que puedo pensar distinto, tener distintas prioridades y no por eso, es lo mejor o lo correcto. Que cada pueblo tiene el gobierno que vota, que merece y es difícil hacerse cargo de eso.

Aprendí caminando junto a todos aquellos argentinos que vivimos esos sentimientos tan dolorosos, y hoy tenemos sensaciones totalmente distintas. Tocamos fondo pero hoy tenemos esperanza para seguir por que se puede, entre todos podemos, y eso me lo demostraron aquellos rostros que días atrás en la Costanera de mi ciudad, se emocionaban por el termino de un año con muchísimos logros para nuestra comunidad y teniendo fe y esperanza que vamos a seguir creciendo.

Sé que no todos los días se tiene ganas, que a veces vamos a querer bajar los brazos. Que nos vamos a caer y levantar. Sé que queda mucho por aprender pero ojala tengamos la sabiduría para llevar a cabo lo aprendido. Feliz Navidad Querido Iguazú y por un año más cumpliendo sueños.

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